Del cuaderno de Adelaide:
La Virgen apareció en este día a los ocho. Estaba
vestida como en la primera aparición. Sonreía
pero su sonrisa no era bonita como la de las otras tardes
pero, sin embargo su voz era dulce.
Me dijo: Querida hija, me
duele dejarte, pero mi tiempo ha pasado, no te preocupes que
por un tiempo no me verás. Piensa sobre lo que yo te
he dicho; en el tiempo de tu muerte tú me volverás
a ver. En este valle de verdaderos dolores tú serás
una pequeña mártir. No pierdas coraje, desea
muy pronto mí triunfo. Ruega por el Papa y dile que
pronto yo deseo estar presente en este lugar para todos. Cualquier
cosa que se me pida yo intercederé ante mi hijo. Yo
seré tu recompensa y el martirio será alegre.
Estas mis palabras serán de consuelo en esta prueba.
Lleva todo con paciencia que tú entrarás conmigo
en el paraíso. Aquellos que voluntariamente te hagan
sufrir no entrarán en el paraíso, si primero
no reparan profundamente lo que te han hecho. Alégrate
que nos veremos de nuevo pequeña mártir.
Yo sentía un dulce y suave beso posarse sobre mi frente,
entonces después como las otras tardes desapareció.
N. B. Cada visita de la Virgen estaba precedida por las dos
palomas blancas. La Virgen siempre tenía las rosas
blancas a los pies".
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